
Cuando me enteré de que tendría la oportunidad de pasar 3 días en Dublín, mi conocimiento sobre esta ciudad era limitado. Por eso me hice la típica pregunta de cuando vamos a lugares que no conocemos, ¿Qué ver en Dublín?. Sin embargo, lo que descubrí en mi visita superó todas mis expectativas. Dublín se reveló como una ciudad vibrante y llena de vida, donde los irlandeses te reciben con amabilidad y simpatía, abriéndote las puertas de su cultura con los brazos abiertos. Más allá de su icónico pub de fachada roja, Dublín ofrece una riqueza de experiencias que incluye historia, museos, parques, monumentos y calles llenas de vitalidad. Aunque quizás no se destaque por su belleza arquitectónica o elegancia europea, Dublín tiene el don de dejarte con una sonrisa en el rostro, sin importar si es tu primera visita o no.
Castillo de Dublín
En primer lugar te propongo visitar el castillo de la capital irlandesa. Esta gran obra de arte está ubicado en pleno centro de la ciudad estando totalmente integrado con los edificios modernos de la actualidad que lo rodean. A lo largo de los siglos, este castillo ha sido residencial real, sede del tribunal de Justicia de Irlanda, fortaleza militar e incluso asentamiento vikingo. A día de hoy se utiliza para recepciones estatales y visitas turísticas.
Si deseas visitar el interior del castillo, la entrada tiene un precio de 8€ sin guía o 12€ con guía, decir que estudiantes, mayores de 60 años y niños tienen entrada especial. El horario es de 9:45 a 17:45 todos los días. Si no te interesa pagar para ver su interior puedes acceder gratuitamente a sus jardines y patio central.

Ayuntamiento
A 200 metros del castillo, se encuentra el Ayuntamiento, otro de los lugares que tienes que ver en Dublín. Su construcción data del siglo XVIII siendo su principal objetivo ser sede de la Cámara de Comercio. Su entrada es gratuita y si quieres entrar ten en cuenta su horario de apertura, de lunes a sábado, de 10:00 a 17:15 horas. Se recomienda entrar, ya que así se puede ver La Rotonda, una sala circular con una gran cúpula central sostenida por columnas.

Trinity College
Fundada en el siglo XVI por la Reina Isabel I, la universidad Trinity College es la más antigua de Irlanda. Inicialmente, solo se admitían estudiantes de la fe protestante, pero a partir de 1793, se amplió la admisión para incluir también a estudiantes católicos. El acceso al campus es gratuito, además de recomendable, ya que sus edificios antiguos son increíbles y las zonas verdes lo hace aún más bonito.
En el campus se encuentra la biblioteca de Trinity College, compuesta por 8 edificios y albergando una colección de más de 3 millones de libros. Desde principios del siglo XIX, la biblioteca ha recibido el primer ejemplar impreso de todas las obras publicadas en Irlanda y Gran Bretaña, lo que ha contribuido significativamente a su impresionante colección. La sala más destacada para los visitantes es la Long Room, una biblioteca antigua impresionante donde el aroma de madera y cuero te transportará a través del tiempo. La sala es realmente impactante. En su interior se encuentra el Libro de Kells, el tesoro más preciado. Este manuscrito en latín que contiene los cuatro evangelios data del principio del siglo VIII. El precio de la entrada varía, desde los 9,50€ hasta los 12€, todo depende del horario de acceso. Aunque no es precisamente económico, ten en cuenta que la visita se centra en una sola sala, pero te aseguro que vale la pena cada euro invertido. Además, si tienes la suerte de conocer a algún estudiante de Trinity College, es posible que te permitan entrar de forma gratuita como su acompañante.


Temple Bar
En pleno centro de la ciudad se encuentra Temple Bar, que es considerado el barrio más animado de la ciudad y, sin duda, uno de los lugares que querrás ver en Dublín. Esta zona de pubs es el centro de la vida nocturna de la ciudad, pero la diversión no se limita a altas horas de la madrugada; desde por la tarde , ya está llena de jóvenes y no tan jóvenes. La mayoría de estos pubs también sirven comidas y cenas, pero lo que no puedes dejar de hacer es degustar las distintas cervezas, especialmente la Guinness, que es la marca icónica de la región. Casi todos estos establecimientos ofrecen música en vivo, con algunos grupos o solistas que interpretan música tradicional irlandesa, mientras que otros presentan sus propias versiones de canciones conocidas.

O’Connell Street y The Spire
La avenida más importante de la ciudad comienza desde el río Liffey, O’Connell Street. Sus aceras son amplias, hay grandes tiendas de marcas de ropa conocidas, restaurantes y siempre hay gente. Esto confirma su estatus como una de las zonas comerciales más destacadas de la ciudad, junto con Henry Street. En esta avenida se encuentra The Spire, una aguja de 120 metros de altura que destaca notablemente del entorno y, por lo tanto, no goza de mucha aceptación entre los habitantes de Dublín.


Estatua de Molly Malone
En Suffolk Street, se encuentra la estatua en bronce de Molly Malone, un personaje icónico en Irlanda. Durante el día, era una vendedora de pescado, mientras que por la noche, se involucraba en la prostitución para poder sobrevivir. La existencia real de Molly Malone es incierta, pero a pesar de esto, le han dedicado una canción que prácticamente se ha convertido en un himno en Irlanda. Se dice que tocar los pechos de la estatua de Molly Malone trae buena suerte.
Atardecer desde Ha’ Penny bridge
El Ha’Penny Bridge, uno de los lugares que ver en Dublín para ver el atardecer, es un encantador puente que despierta la nostalgia del pasado. Este puente histórico fue el primero de uso exclusivamente peatonal construido sobre el río Liffey en la ciudad. Su nombre proviene del antiguo peaje de medio penique, conocido en inglés como «half penny», que solía cobrarse a quienes lo cruzaban, y de ahí derivó su nombre original, Half Penny Bridge. Con el tiempo, este nombre se transformó en la abreviatura que conocemos hoy en día, Ha’Penny Bridge.

Phoenix Park
Dublín es muy conocido por sus espacios verdes, destacando en particular el Phoenix Park, conocido como el pulmón de la ciudad. Este parque abarca más de 700 hectáreas, convirtiéndolo en el parque urbano más extenso de Europa, superando incluso a emblemáticos lugares como el Hyde Park en Londres. En días soleados, el Phoenix Park es un lugar altamente recomendado para escapar del bullicio de la ciudad, pasear y, sabiendo donde buscar, avistar ciervos. Sí, has leído bien, cuenta con una reserva que alberga varias familias de ciervos que suelen habitar las áreas más boscosas del parque.


St. Stephen’s Green
Si no tienes tiempo para visitar el Phoenix Park y disfrutar plenamente de él, tienes otras opciones para relajarte en un entorno natural. Al final de Grafton Street, encontrarás Saint Stephen’s Green, un hermoso parque que presenta jardines de estilo victoriano, bancos para descansar, áreas arboladas y un lago donde los patos y cisnes nadan tan agustito. Este parque es el más antiguo de Dublín y sin duda uno de los rincones que hace que te relajes en la naturaleza sin salir de la ciudad.
Guinness Storehouse
A lo largo del viaje probé varias cervezas, pero cuando se piensa en cerveza irlandesa, es inevitable que venga a la mente la marca Guinness. Originaria de Dublín y con su fábrica aún en funcionamiento, ofrece una experiencia completa a través de su museo y exposición, lo que la convierte sin lugar a dudas en uno de los lugares que no querrás perderte de Dublín.

La visita se desarrolla en varias plantas de un edificio con forma de pinta de cerveza, y cada nivel ofrece una experiencia única. Comienza con una breve introducción sobre el origen del apellido Guinness y luego te adentras en las salas que exploran los ingredientes, el proceso de elaboración, los aromas, la degustación, el marketing de la marca y una interesante academia cervecera. La parte más divertida llega cuando te enseñan a servir una auténtica Guinness como un verdadero profesional, y luego puedes saborearla en el Gravity Bar, ubicado en la última planta, que ofrece vistas panorámicas de 360 grados sobre la ciudad.
Para evitar las colas, puedes optar por comprar una entrada con acceso prioritario.


Kilmainham Gaol
La antigua cárcel de Kilmainham ha sido transformada en un museo y es uno de los lugares imperdibles que ver en Dublín. Entre sus muros y celdas, numerosas personas lucharon por la independencia de Irlanda, y por esta razón, este lugar es sumamente respetado por los irlandeses. Gracias a los esfuerzos de estas personas, Irlanda es hoy una nación independiente. Durante la visita, explorarás la capilla, las celdas, los pasillos y el patio, mientras un guía te narra en inglés (la única opción de idioma disponible) cómo era la vida en Kilmainham y comparte algunas de las historias conmovedoras que se desarrollaron en este lugar histórico.
La antigua cárcel de Kilmainham funcionó durante un período de más de 100 años, desde 1796 hasta 1924, y albergó a hombres, mujeres e incluso niños. El registro histórico muestra que el prisionero más joven tenía tan solo 5 años y fue condenado a varios meses de cárcel por robar comida.
Las visitas a esta cárcel se ofrecen únicamente con guías en inglés, y las entradas tienden a agotarse rápidamente, por lo que se recomienda adquirirlas con anticipación a través de la página web oficial.

Catedral de San Patricio
La catedral de San Patricio, el patrón de Irlanda, es la iglesia más grande del país y tiene una historia fascinante. Originalmente, se construyó junto a un manantial donde San Patricio bautizaba a los conversos alrededor del año 450. A lo largo de los años, ha experimentado varias transformaciones. Inicialmente, la iglesia era de madera en el siglo V. Luego, en 1191, se reconstruyó en piedra, y en el siglo XIII, se le dio la forma que presenta en la actualidad.
Desafortunadamente, un incendio dañó parte de la iglesia en 1370, lo que requirió la reconstrucción de su torre, a la que se añadió una aguja en los siglos siguientes. La catedral que podemos admirar hoy en día se debe en gran parte a una generosa donación realizada en 1860 por Sir Benjamin Guinness, uno de los fundadores de la famosa marca de cerveza.
El acceso a la iglesia es de pago, con un costo de 7,50€ si se compra la entrada online. Sin embargo, es posible ingresar de forma gratuita durante la misa.


Catedral Christ Church y Dublinia
Christ Church, también conocida como la Catedral de la Santísima Trinidad, es la catedral protestante más antigua de las dos de Dublín. Su historia sigue un patrón similar al de la Catedral de San Patricio. Se inició como un templo vikingo de madera y posteriormente se construyó en piedra desde 1172 hasta el siglo XIII. Después de un colapso en la bóveda, tuvo que ser reconstruida en el siglo XVII, pero la última restauración en 1878 le dio un aspecto neogótico que conserva hasta el día de hoy, perdiendo su apariencia medieval original. Durante tu visita, podrás explorar la cripta ubicada debajo del templo, que es la estructura más antigua de Dublín.
Justo al lado, conectado por un puente de piedra del mismo estilo que la Catedral de Christ Church, se encuentra Dublinia. Este museo es una exposición que te sumerge en la historia de Dublín durante la época vikinga y la Edad Media. Aunque no pude visitarlo debido a la falta de tiempo, es una de las atracciones turísticas altamente recomendadas en la ciudad.

Puertas de Colores
Y ya para acabar esta guía tan detallada sobre ¿Qué ver en Dublín?, ¡os dejo una sorpresa final! Algo que yo no había visto en ninguna otra ciudad, pero Dublín está repleto de puertas de colores llamativos que son perfectas para tomar fotos (y presumir en tu Instagram). Yo personalmente disfruté haciendo todo un «book» de fotos de ellas (¡no puedo ocultarlo!). Para agregar un toque de alegría al estilo arquitectónico georgiano, que a veces puede parecer un poco sobrio, los habitantes de la ciudad pintan sus puertas con colores llamativos. Estas puertas de colores se han convertido en un sello distintivo de Dublín. Las más chulas se encuentran en las áreas cercanas a Merrion Square y Fitzwilliam Square.
Cuenta la leyenda que un hombre borracho llegó a su casa una noche y encontró a su esposa en la cama con el vecino. Lleno de ira, los mató a ambos. Al día siguiente, se dio cuenta de que, debido a su estado de embriaguez, se había confundido de casa y había entrado en la casa de los vecinos. En realidad, no había matado a su esposa, sino a ellos. Desde entonces, las puertas se pintan de colores para que los borrachos nunca se equivoquen de casa.

Con esta completa guía de viaje podrás visitar la ciudad de Dublín sin perderte ni un solo detalle importante. Espero que te sea útil y disfrutes del viaje como yo lo pude disfrutar. ¡Feliz viaje a Dublín!
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